jueves, agosto 11, 2005

ermitaño

La extrema lucidez aleja de los hombres. Y de las mujeres, por cierto.
Quiero ser un ermitaño. Eso es lo que tengo reservado para mí.
Seré un ermitaño de 45 años que las estudiantes jóvenes de literatura buscarán para ofrecer sus cuerpos esbeltos a cambio de disertaciones literarias, de sentencias graves y prfundas. No les importara mi olor a orines ni mi barba cana y puerca, mis cabellos largos y mal cuidados. Viviré en una combi y tendré amigos que habrán dedicado sus vidas a acumular riquezas, que me llevarán quesos europeos y vinos de excelente hechura. Estacionaré la combi fuera de un sanborns para poder defecar cada que se me venga en gana. Embarraré mierda con los dedos en las paredes lustrosas de los sanitarios blancos con frases contundentes y agudas.
Y volverán de nuevo las estudiantes, las jóvenes semivirgenes que se masturbarán frente a mí.
Y moriré viejo y olvidado.
Sí, seré un ermitaño.

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