lunes, octubre 10, 2005

fragmento

de pequeño creía que el universo se reducía sólo al pedazo que mis sentidos captaban: el ruido motorífero del refrigerador en la cocina, las imagenes de las caricaturas en el televisor, apenas el espacio comprendido desde el último sillón hasta
la cocina.

15 años después sigo pensando de la misma manera.
Aunque más que un pensamiento es una sensación.

Ahora mismo lo siento: el universo es un cubículo de la universidad y hay monitores, teclados, cuerpos que transparenta el vidrio, logotipos, tuercas, lámparas, páginas de libros a mi espalda, el sabor amargo de los jugos gástricos que el estómago ha decido hacer reptar por el esófago hasta las papilas.
Ustedes, lectores, no existen, no caben en el universo.
Sí, sé que hay mundo allá fuera, desconocido (pasillos, puertas, escaleras, tal vez)
Tal como los científicos hablan de galaxias lejanas y envían señales esperando respuesta de otros mundos.
Tal es la lógica de mi escritura.

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