Sostuvo la copa, sin beber de ella. El hombre esperaba verle tomar el primer trago. A pesar de la poca luz la mujer sentía la mirada presionante sobre sí. -Yo -dijo la mujer tras unos segundos- yo no sé qué hago aquí. El hombre hizo un sonido con los labios, acaso como un gesto de ironía, luego desapareció por un pasillo aún más oscuro. El violín dejó de escucharse para dar paso a un jazz suave. Regresó el hombre y, con la complicidad de una música más ténue, le pareció a la mujer que el tipo llevaba zapatos de tacón. -Les expliqué muy bien -dijo el hombre- les dije todo lo que debían saber. -¿Qué? ¿De qué habla usted? ¿Qué cosa les explicó a quiénes? Le pareció a la mujer que de pronto había un calor insoportable e inconscientemente volvió la vista hacia una ventana. Vio una paloma en el barandal, vio que el animal la observaba con el ojo blanco y vidrioso; escuchó el ruido que escapaba del pico, un grito ahogado que, sin embargo, atravesó el grueso del vidrio. El ave voló dando aleteos desesperados y se perdió entre las nubes negras del firmamento aún más oscuro. |
lunes, septiembre 05, 2005
cigoto3
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