lunes, agosto 17, 2009

busnauta


Voy montado en un autobús que recorre el centro de la ciudad. Un buen espectáculo si se es capaz de no tener prisa, cosa bastante difícil porque esta ciudad, como todas, supongo, está construida con la lógica del frenesí, de la zancada larga; todo ciudadano lleva dentro de sí un reloj enloquecido, con la alarma repicando o a punto de hacerlo.

Pero puede uno tomarse descansos, la máquina no nos domina del todo. Se puede vagar y asistir a la muerte del día, recorrer las aceras sin rumbo fijo, montar un autobús y ver las pequeñas acciones de los hombres, el ajeno mundo que habitamos.

¿A qué otra cosa se viene al mundo sino a contemplar y pensar? De ahí se desprende todo: alegrías y calamidades.


1 comentario:

Itz Ramírez dijo...

como cuando uno corre para llegar a chcar a su trabajo.... camina casi a galope.. o queriendo hacerlo..