Siempre he considerado a la vergüenza entre los tres o cuatro sentimientos más humanos (pienso, además, en el asco, la lástima y la esperanza).
La actitud de los críticos es parecida a la de aquellos insolentes que levantan la mano en plena función queriendo desenmascarar al mago y sus secretos: "Oigan todos, el sombrero tiene doble fondo, la manga tiene tal dispositivo".
De la misma manera los papanatas de los críticos creen descubrir en la obra de arte un mensaje oculto, una trampa para engañar al receptor. Su lectura es superficial porque olvidan que el todo es mayor a la suma de sus partes. Dicho de otro modo, la magia, es el producto de algo más que un hombre que saca un conejo de un sombrero con doble fondo.
Lectura superficial porque descomponen el universo que el artista ha construido para darle una lectura parcial y dirigida; es frecuente escuchar de los infelices frases como esta: "Con un manejo envidiable del lenguaje, Fulano de Tal, revoluciona la narrativa contemporánea, al grado de instalarse entre los más grandes de los escritores de nuestra lengua".
Demonios.
Y me avergüenzo de mí, de la elaboración de mi tesis, en la que debo mantener un tono académico y reductivo.
He levantado la mano torpemente, inútilmente, para revelar en donde está lo secreto de una novela del siglo XIX.
Y por un título universitario.
1 comentario:
muy interesante.
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