Una frase perdida en "El perseguidor" de Cortázar
El metro es un lugar fuera del tiempo. Una especie de limbo cuyos plazos jamás se cumplen. Un lugar de eterna espera.
Si el tiempo humano surge a través de la observación del sol y de la luna en el firmamento, de la luz y la sombra, entonces el metro ha venido a clausurar el tiempo, detenido eternamente por la luz artificial de las lámparas, soles cilíndricos. El tiempo no pasa porque siempre hay alguien esperando detrás de una línea amarilla; no hay tiempo, sólo la concatenación de hechos absurdos (carentes absolutamente de evolución): rascarse la cabeza, llevarse la mano a los bolsillos, bostezar...
Presiento que el metro es una máquina del tiempo fallida a causa de no sé qué tornillo mal colocado; ha sido imposible transportarse a otras épocas, no así a otros espacios (que se repiten sin fin: escaleras, pasillos, recovecos en donde el polvo que se almacena nos hace recordar que hay una palabra llamada tiempo) casi inútilmente.
Apenas el hombre ha podido oprimir el botón de pausa en lo que concierne al tiempo. Tal vez estemos asistiendo a la cancelación del futuro.
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