Pensar en las mujeres es pensar en el destino; pensar en el destino es, tarde o temprano, pensar en la fatalidad.
jueves, junio 29, 2006
jueves, junio 22, 2006
apuntes
Estoy sentado en una estación del metro. El tren llega con ruido y prisa. la gente se arroja a las puertas, esperan conseguir un asiento; es una ruta larga y la mayoría lleva sobre el lomo una inconveniente jornada de trabajo . El tren anuncia con un timbre agudo que está a punto de cerrar las puertas.
Y se va.
La gente vuelve a reunirse con sus paquetes bajo el brazo, con una bolsa que cuelga del hombro. Ni me miran, ni siquiera soy un sujeto extraño.
¿A dónde ir? Sé a dónde conduce este tren, pero no quiero tomarlo, ni siquiera estar sentado.
Mientras escribo el tiempo habla con rumnores de extraños, viene en forma de fierros sobre neumáticos, crece, se mueve, invade mi espacio, debo recoger los pies. Hay mujeres que se ríen, que charlan entre ellas, y yo me pongo a mirarlas sin saber qué hacer.
Soy un hombre que garabatea en una hoja.
Pronto seré uno de ellos, ansiando un lugar en la larga trayectoria de un tren.
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Sentado en la explanada del monumeno a la revolución, mientras soldaditos de carne y hueso festejan el día de la marina. Hay fusiles, uniformes y música épica. Está nublado. Hay pájaros que gorjean y botes de basura, rascacielos que asoman por sobre edificios de condominios. Hay aplausos a lo lejos y voces en un micrófono.
Y yo vine a llorar sobre mis piernas, con la palabra aniquilada.
Solemnemente la marina asiste a mi llanto.
" ¡Sonad, oh claros clarines, sonad tambores guerreros!"
lunes, junio 05, 2006
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